miércoles, 20 de marzo de 2019

Arturo y Clementina: un cuento sobre violencia psicológica



Hace 2 días en el taller de comunidades lectoras que FOMILENIO II imparte en mi centro escolar, leí por primera vez el cuento "Arturo y Clementina" de la autora italiana Adela Turín, y me impactó ver la forma en que esta pareja de tortugas inicia su relación muy enamorados ambos; Clementina con muchas aspiraciones y sueños, pero de pronto su pareja subestima sus cualidades y ridiculiza sus aspiraciones.

En vez de ofrecerle comprensión y respeto, la actitud de Arturo anula su personalidad y le genera una dinámica de dependencia, al sobrecargarla de objetos materiales que no satisfacen su ansia de desarrollo personal.

Ya que nos encontramos en el mes de la mujer, encontré oportuno compartirlo a manera de reflexión. Me recordó mucho a Nora en "Casa de muñecas". 

Existe una frase por allí: "Hay hombres que te impulsan y otros que te halan de los pies y te hunden más". Aplica también para mujeres, ya que en la pareja ambos deben brindarse apoyo, comprensión y para que exista superación, crecimiento y desarrollo en el hogar no debe olvidarse que debe existir primero de manera individual.

Para que no termine como la historia de Clementina, debe valorarse las capacidades y aptitudes individuales sin que necesariamente se sacrifiquen los sueños o metas en común.

En nuestro país y nuestro medio suele darse importancia solamente a la violencia física, si una mujer se queja por otra tipificación de violencia, la mala es ella... pero en la "Ley Especial Integral para una vida libre de violencia para las mujeres" Art. 9 literal "d" define violencia psicológica y emocional de la siguiente forma:

" d) Violencia Psicológica y Emocional: Es toda conducta directa o indirecta que ocasione daño emocional, disminuya el autoestima, perjudique o perturbe el sano desarrollo de la mujer; ya sea que esta conducta sea verbal o no verbal, que produzca en la mujer desvalorización o sufrimiento, mediante amenazas, exigencia de obediencia o sumisión, coerción, culpabilización o limitaciones de su ámbito de libertad, y cualquier alteración en su salud que se desencadene en la distorsión del concepto de sí misma, del valor como persona, de la visión del mundo o de las propias capacidades afectivas, ejercidas en cualquier tipo de relación."

La historia de Arturo y Clementina pretende poner en valor el rol femenino en la sociedad, erradicar los estereotipos sexistas y la discriminación, evitar opacar u obstaculizar el desarrollo de la mujer debido al machismo o las inseguridades masculinas. 

Así que por todas aquellas Clementinas o Noras en nuestro medio, por acá les dejo el cuento completo para que lo disfruten: 


 



 



Un hermoso día de primavera, Arturo y Clementina, dos jóvenes y hermosas tortugas, se conocieron al borde de un estanque. Y aquella misma tarde descubrieron que estaban enamorados.

Clementina, alegre y despreocupada, hacía muchos proyectos para su vida futura mientras paseaban los dos a orillas del estanque y pescaban alguna cosita para la cena.

Clementina decía: Ya verás qué felices seremos. Viajaremos y descubriremos otros lagos y otras tortugas diferentes, yencontraremos otra clase de peces, y otras plantas y flores en la orilla... ¡Será una vida estupenda! Iremos incluso al extranjero. ¿Sabes una cosa? Siempre he querido visitar Venecia.

Y Arturo sonreía y decía vagamente que sí.

 


Pero los días transcurrieron iguales al borde del estanque. Arturo había decidido pescar él solo para los dos, y así Clementina podría descansar. Llegaba a la hora de comer, con renacuajos y caracoles, y le preguntaba a Clementina: ¿Cómo estás, cariño? ¿Lo has pasado bien?

Y Clementina suspiraba: ¡Me he aburrido mucho! ¡Todo el día esperándote!

¡ABURRIDO! -gritaba Arturo indignado.¿Dices que te has aburrido? Busca algo que hacer. El mundo esta lleno de ocupaciones interesantes. ¡Sólo se aburren los tontos!

A Clementina le daba mucha vergüenza ser tonta, y hubiera querido no aburrirse tanto, pero no podía evitarlo.

Un día, cuando volvió Arturo, Clementina le dijo: Me gustaría tener una flauta. Aprendería a tocarla, inventaría canciones, yeso me entretendría.

Pero a Arturo esa idea le pareció absurda: ¡TÚ! ¿Tocar la flauta, tú? ¡Si ni siquiera distingues las notas! Eres incapaz de aprender. No tienes oído.

Y aquella misma noche, Arturo llegó con un hermoso tocadiscos, y lo ató bien a la casa de Clementina, mientras le decía: Así no lo perderás. ¡Eres tan distraída!

Clementina le dio las gracias. Pero aquella noche, antes de dormirse, estuvo pensando por qué tenía que llevar a cuestas aquel tocadiscos tan pesado en lugar de una flauta liviana, y si era verdad que no hubiera llegado a aprender las notas y que era distraída.

Pero después, avergonzada, decidió que tenía que ser así, puesto que Arturo, tan inteligente, lo decía. Suspiró resignada y se durmió.

Durante unos días, Clementina escuchó el tocadiscos. Después se cansó. Era de todos modos un objeto bonito, y Clementina se entretuvo limpiándolo y sacándole brillo. Pero al poco tiempo volvió a aburrirse. Y un atardecer, mientras contemplaban las estrellas, a orillas del estanque silencioso, Clementina dijo: Sabes, Arturo, algunas veces veo unas flores tan bonitas y de colores tan extraños, que me dan ganas de llorar. Me gustaría tener una caja de acuarelas y poder pintarlas.

¡Qué idea ridícula! ¿Es que te crees una artista? ¡Qué bobada! Y reía, reía, reía.

Clementina pensó: Vaya, ya he vuelto a decir una tontería. Tendré que andar con mucho cuidado o Arturo va a cansarse de tener una mujer tan bobaY se esforzó en hablar lo menos posible.

Arturo se dio cuenta enseguida y afirmó: Tengo una compañera aburrida de veras. No habla nunca y, cuando habla, no dice más que disparates.

Pero debió sentirse un poco culpable y, a los pocos días, se presentó con un paquetón. Mira, he encontrado a un amigo mío pintor yle he comprado un cuadro para ti. Estarás contenta, ¿no? Decías que el arte te interesa. Pues ahí lo tienes. Átatelo bien porque, con lo distraída que tú eres, ya veo que acabarás por perderlo.

La carga de Clementina aumentaba poco a poco. Un día se añadió un florero de Murano: ¿No decías que te gustaba Venecia? Tuyo es. Átalo bien para que no se te caiga, ¡eres tan descuidada!

Otro día llegó una colección de pipas austríacas dentro de una vitrina.

Después una enciclopedia, que hacía suspirar a Clementina. ¡Si por lo menos supiera leer!- pensaba.

Llegó el momento en que fue necesario añadir un segundo piso a la casa de Clementina.

Clementina, con la casa de dos pisos a sus espaldas, ya no podía ni moverse. Arturo le llevaba la comida y esto lo hacía sentirse importante: ¿Qué harías tú sin mí? ¡Claro! -suspiraba Clementina-. ¿Qué haría yo sin ti?

Poco a poco, la casa de dos pisos quedó también completamente llena. Pero ya tenían la solución: tres pisos más se añadieron ahora a la casa de Clementina.

Hacía mucho tiempo que la casa de Clementina se había convertido en un rascacielos, cuando una mañana de primavera decidió que aquella vida no podía seguir por más tiempo.


Salió sigilosamente de su casa y dio un paseo: fue muy hermoso, pero muy corto. Arturo volvía a casa para el almuerzo, y debía encontrarla esperándole. Como siempre.

Pero poco a poco el paseíto se convirtió en una costumbre y Clementina se sentía cada vez más satisfecha de su nueva vida. Arturo no sabía nada, pero sospechaba que ocurría algo: ¿De que demonios te ríes? Pareces tonta-le decía.

Pero Clementina, esta vez, no se preocupó en absoluto. Ahora salía de casa en cuanto Arturo le daba la espalda. Y Arturo la encontraba cada vez más extraña, y encontraba la casa cada vez más desordenada, pero Clementina empezaba a ser verdaderamente feliz y los retos de Arturo ya no le importaban.

Y un día Arturo encontró la casa vacía.

Se enfadó muchísimo, no entendió nada y, años más tarde, seguía contándole a sus amigos: Realmente era una desagradecida esa tal Clementina. No le faltaba nada. ¡Veinticinco pisos tenía su casa, y todos llenos de tesoros!

Las tortugas viven muchísimos años, y es posible que Clementina siga viajando feliz por el mundo. Es posible que toque la flauta y haga hermosas acuarelas de plantas y flores.
Si encuentras una tortuga sin casa, intenta llamarla: ¡Clementina, Clementina!Y si te contesta, seguro que es ella.

 



 

 






jueves, 7 de marzo de 2019

1 año de mi blog: en el día de la mujer

El tiempo pasa volando y como si nada mi blog cumple hoy un año desde esa primera publicación Un mensaje en el día de la mujer.

Mi motivación principal: mi vida, mi familia, mis experiencias, que como nunca dejan de ocurrir, siempre hay algo de qué escribir.

Por eso quiero agradecer a todos los que me han acompañado este año con interés en mis artículos o con un "¡ay, ya aburre!", porque todo suma.

Nuevamente se celebra el mes y el día de la mujer y eso me hace ver en retrospectiva y darme cuenta que ni siquiera soy la mujer de hace un año. Han sido 365 días que me han dejado lecciones increíblemente duras y otras extremadamente bellas.

Ya contaba en mi artículo Serendipity no solo es una película que el punto central de mis blogs es que no hay punto central, aquí se escribe todo lo relacionado a mi "yo" como mujer.

Soy docente, soy internacionalista (en una ciudad donde un Lic. En Relaciones Internacionales parece no ser de utilidad en ninguna parte y todavía la gente pregunta "¿y eso qué es?" y donde por cierto, ser docente es más rentable) , soy microempresaria y emprendedora, pero lo más importante de todo (y lo he comprendido en un año) soy esposa, hija, madre, compañera y amiga. Si desde cualquier área de mi vida puedo contribuir a cambiar la vida de una mujer, aquí estoy. 

Por eso a todas las mujeres quiero decir lo siguiente:

-No importa que tus planes no salieran como esperabas, toda mujer tiene garra para superarse y al estilo darwiniano adaptarse a cada situación. No hay motivos para dejar entrar la frustración ni las quejas. Lucha, adáptate y procura estar bien.

-Aprende a "reformular" tus sueños, no los abandones.

-Todo lo que hagas en beneficio tuyo y de tu familia está bien. No dejes que nadie te cuestione.

-Cuida tu salud física y mental, tu familia te necesita plena. De nada sirve una mujer entregada a los demás, pero autoabandonada.

-"Ante toda cosa guardada, guarda tu corazón..."

-No importa cuantos títulos tengas, tu mejor carrera es ser mujer.

-No luchemos por igualdad, luchemos por equidad. Dejemos de negar que nosotras tenemos diferentes necesidades.

-Defendámonos unas a otras, no nos saboteemos; el feminicidio es una realidad.

Deseo que tengas un feliz día de la mujer y que sobre todo, esta fecha te sirva para darte cuenta el tesoro que eres.

Serendipiteando por

Katya Sifontes de Guerra

viernes, 1 de marzo de 2019

El lapicero rojo: prácticas obsoletas parte 2

Como ya mencioné en  El lapicero rojo: prácticas obsoletas parte 1, el uso del bolígrafo rojo en evaluación puede generar sensaciones negativas en los estudiantes y en la parte de la redacción y ortografía se vuelve tedioso su uso debido al constante uso que tiene que darse, especialmente con los signos de puntuación.

Por ese motivo quiero aportar algunas ideas que espero sean de beneficio tanto para docentes como para estudiantes:

En cuanto a la evaluación: 

1. Utilizar bolígrafo azul o negro en las evaluaciones o revisiones (incluso rojo aunque parezca contradictorio) siempre y cuando sea para resaltar la cantidad de respuestas buenas. Para los estudiantes es mucho más positivo y motivante saber cuantas respuestas buenas obtuvo que cuantas malas y esto generará que la próxima vez quiera obtener más.

2. Borrar las respuestas malas y corregirlas. Lo importante es generar conocimiento en el estudiante y enseñar que todos podemos equivocarnos.


En cuanto a la redacción y ortografía:

1. Tomar un libro, cuento, historia divertida o famosa y leer junto con los estudiantes destacando a lo largo de la lectura los signos de puntuación que reconozcan.

2. Poner en movimiento los signos de puntuación: cada vez que en la lectura se encuentre un punto, tendrá que quedarse inmóvil; cuando encuentre una coma, dar una palmada.

3. Redactar historias divertidas en carteles: por ejemplo, "el cuento de la coma".

4. Hacer dictados breves, sobreactuando las pausas para que ellos adivinen que signo es el que tienen que escribir.

5. Utilizar un solo lapicero para el cuerpo del texto para acostumbrar al estudiante a una redacción continua.

En general, yo recomiendo dejar a libertad del estudiante con qué colores quiere escribir en su cuaderno ya que la personalización y creatividad también genera un aspecto positivo para su aprendizaje.


Serendipiteando por

Katya Sifontes de Guerra




El lapicero rojo: prácticas obsoletas parte 1

"¿Cómo puede estar estudiando para maestra y no cargar lapicero rojo?", me dijo, con un tono burlesco, mi tutora en mi primer práctica docente (sí...la misma que ya he mencionado en mi blog de junio pasado Docente salvadoreno: juventud-vrs. experiencia que nunca me dio donde sentarme y que su silla era un trono intocable). 

Hoy no voy a hablarles de ella, voy a hablar del objeto en mención: el bendito lapicero rojo. Y como si escribo muy largos los artículos algunos no los leen, hoy lo distribuí en dos partes para que no haya pretexto (como si fuera cierto, el que no lee, no lee).

¿Quién ha dicho que los docentes debemos calificar con lapicero rojo? ¿Quién ha dicho que los errores deben remarcarse con rojo para que el estudiante vea cuanto se equivocó? Y el motivo principal de mi reflexión: ¡¡¡¿Quién dijo que los signos de puntuación se tienen que escribir con rojo?!!! (Sí, tres signos de admiración, y si se dan cuenta ningún dispositivo electrónico los pone con rojo, se imaginarían lo tedioso que sería redactar poniendo cada coma y cada punto con otro color).

Muchos docentes realizamos prácticas por tradición, por costumbre, porque así nos enseñaron nuestros maestros, porque así vimos o así lo hemos hecho siempre y cuantas generaciones nuevas de docentes lo harán sin cuestionar o discutir si dichas prácticas realmente cumplen con objetivos pedagógicos, si realmente dejan un aprendizaje significativo al estudiante o si solo cumplen con un capricho de exigir un cuaderno "bonito.

Y quizás les sorprenda el tema pero el debate pedagógico actual está lleno de temas más elevados como la pertinencia de la PAES, que si ESMATE es mejor o no, que a ver que sucede con el cambio de gobierno...y mientras tanto se siguen dando prácticas obsoletas de manera acrítica y nadie dice nada.

Por tradición se utilizan tres colores de lapicero: azul, negro y rojo. Según un artículo de Eleconomista.es "los colores ayudan a estructurar los conceptos, a jerarquizar ideas en el cerebro y esto facilita el estudio: el azul para el cuerpo del texto, el negro para los títulos y el rojo para lo importante ya que se considera que el rojo es el mejor cromatismo para estimular la memoria por su llamativa tonalidad y por ello es el idóneo para las palabras clave." Sin embargo si nos basamos en la psicología de los colores el rojo también simboliza lo negativo.
Según un estudio de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), los docentes no deberían utilizar el rojo para evaluar los deberes o exámenes de los niños, ya que esto les desanima y les hace pensar que han sido tratados con dureza en la correción. Utilizar colores neutros como el azul los consideran menos amenazantes. 

¿A qué docente le gusta que le resalten sus errores? Es más, ¿qué docente está dispuesto actualmente a someterse a un sistema nacional de evaluación? si sabemos que la respuesta es negativa para una gran mayoría por el temor que generan los posibles resultados ¿Por qué tratar con dureza a los estudiantes con los humillantes tachones rojos en su cuaderno?

Y dejando de lado el tema evaluativo, la redacción y la ortografía en los estudiantes es cada vez peor y me atrevería a decir por la observación que llevo hace años sobre el tema que gran parte del problema radica en el cambio constante de lapicero a la hora que los niños escriben en su cuaderno sobre todo si es por exigencia del docente ya que cuando el estudiante llega a niveles superiores (por ejemplo el nivel universitario donde tiene que haber rapidez al tomar apuntes, a nivel profesional o incluso en redes sociales) prefiere omitir todos los signos de puntuación simplemente porque en la escuela nunca aprendió su verdadero uso y mucho menos su importancia, sino solo se le enseñó a resaltarlos con rojo y obviamente el tiempo que se pierde y lo tedioso que resulta cambiar de color cada vez; como suelo decir a mis estudiantes: ¿Acaso en los trabajos o en la realidad (fuera de la escuela) se tiene que cambiar de lapicero a la hora de escribir?

Debemos recordar que la escuela debe preparar al estudiante para una realidad externa no para el recinto, no para satisfacción o gusto del docente. Lastimosamente, muchos docentes aún se resisten a los cambios y a aceptar la responsabilidad de generar aprendizajes significativos casándose con prácticas obsoletas sin justificarlas de manera razonada, a esto se le une el uso del molde, repetir cincuenta o cien veces una frase como castigo, lectura en voz alta sin una lectura silenciosa previa, dictados excesivos, resolución de ejercicios matemáticos sin ningún patrón de razonamiento o aplicación al entorno...prácticas (algunas de las cuales hablaré en otra ocasión) que en están presentes en nuestros centros a pesar de encontrarnos en la era de la información y de la integración de las TIC. 

Y como no solo se trata de lanzar la crítica sin aportar soluciones, por su interés les dejo el siguiente enlace El lapicero rojo: prácticas obsoletas parte 2

Serendipiteando por 

Katya Sifontes de Guerra

Miss Universo El Salvador 2023 y una sororidad mutilada

 Los concursos de belleza no son de mi interés, no por menosprecio sino porque no está dentro de mis preferencias, igual que el deporte, emp...