jueves, 21 de junio de 2018

Docente salvadoreño: juventud vrs. experiencia


Si hay un gremio que merece reconocimiento es el de los docentes, no porque yo lo sea, pero sin duda todos los profesionales tuvimos una inspiración, un mentor que nos enseñara más sobre la vida que cualquier otra cosa. 

Es del conocimiento de la mayoría los problemas que los docentes salvadoreños deben enfrentar en nuestra sociedad, unos criticados y otros apoyados: aumentos retrasados, pocos recursos en las escuelas para desempeñar su rol de una mejor manera, escasez de medicamentos en ISBM, pensiones miserables, ambientes laborales conflictivos, jefes incompetentes, abusos de autoridad,  amenaza de la delincuencia, entre muchos otros acorde a la realidad de cada centro educativo.

Pero hay un problema interno del que no se habla: el choque generacional entre docentes.
“Usted a penas empieza”, como me han dicho tantas veces, es una frase que todos los docentes jóvenes hemos escuchado alguna vez, una frase con una connotación tan amplia como “usted no sabe nada”, “le falta mucho por aprender”, “todavía no ha visto suficiente”, etc.

Tengo diez años como docente y en este camino que “a penas empiezo” he podido analizar el comportamiento de algunas personas respecto a todos los docentes jóvenes así como la actitud de éstos respecto a los mayores, aspecto que genera un mal clima laboral en las escuelas y es un distractor de los problemas realmente importantes sobre el tema de educación en El Salvador. 

Como jóvenes es normal ser inmaduros y cometer errores en el trabajo como en la vida y entre ellos caer en el la arrogancia de creer que lo que nosotros sabemos es mejor que lo que los mayores aprendieron en su tiempo (yo era de esas).  
Hay docentes jóvenes que expresan "¿por qué estos viejos mejor no se retiran?", "estos viejos ya ni hacen nada", "le están quitando la oportunidad a la juventud".

 Y hay un poco de cierto en eso, sin embargo, no dejando de lado la realidad nacional, muchos de nuestros docentes mayores están cansados o enfermos y aunque quisieran retirarse, no existe una pensión digna que les permita tener una buena calidad de vida; tienen deudas, hijos en edad universitaria o hasta nietos que mantener. Ahora es fácil comprender y sensibilizarme con sus preocupaciones, mi madre es docente, y actualmente yo trabajo con casi una generación completa a punto de jubilarse. 

Aunque la arrogancia no es error solo de la juventud, como cierta docente que en mi práctica pedagógica nunca me ofreció una silla y me dejaba haciendo limpieza para “que aprendiera”, o una ATP (Asesora Técnica Pedagógica) que una vez me dijo que yo tendría que esforzarme mucho para llegar a ser como ella (no sé de dónde sacó que yo quisiera serlo), u otro ATP que me trató de “bichita pasmada” cuando me vio en una reunión de directores.

 Tuve la oportunidad de ser directora de un centro escolar durante dos años y por ser joven fui rechazada por los demás directores de ese distrito (excepto 2 o 3), los cuales no brindaban ni siquiera información, me veían con desdén y hasta se tomaron el tiempo de ponerme apodos, como si no tuvieran nada mejor que hacer. Actualmente como docente solo he recibido algún tipo de sabotaje en proyectos y aceptar que mis ideas las tenga que decir alguien más para que sean buenas.

Pueden llamarse infortunios o puede verse como crecimiento personal. No dudo que cada docente joven tiene una experiencia negativa que contar igual o peor que la mía; he sabido de casos de docentes jóvenes hombres que tienen que ser el “hacelotodo” de las escuelas, la típica historia de darle al recién llegado la sección más numerosa o más conflictiva, o de darle primer grado para que se gane el mal llamado “derecho de piso", trabajar ad honorem años completos para ganarse el derecho a un interinato, docentes jovencitas acosadas laboral o sexualmente u otras hostigadas por padres de familia con la influencia de otro docente. 

Lo cierto es que de estas actitudes negativas de ambas generaciones debe surgir algo positivo. No debe haber competencia, debe haber unión, deben encontrarse las fortalezas de ambas y lograr algo fructífero para la educación del país. 

La juventud no puede competir con la sabiduría de los mayores, con la capacidad para resolver conflictos (hay excepciones) y sus experiencias en el proceso de enseñanza aprendizaje, pero también los mayores deben entender que la educación evoluciona, que los estudiantes cambian con los tiempos y es necesario innovar y actualizarse y eso lo pueden aprender con nosotros, especialmente en el aspecto tecnológico al que algunos más le temen, la edad no debe ser límite para aprender cosas nuevas.

Los centros educativos públicos funcionarían mejor administrativa y pedagógicamente si existiera una combinación equilibrada entre juventud y experiencia, aspecto que las instituciones privadas saben aprovechar mejor. Afortunadamente yo encontré una colega y amiga veinte años mayor con quien nuestra alianza, puedo asegurar, ha sido provechosa para ambas, pero principalmente, para nuestros alumnos. 

¡Feliz día del maestro salvadoreño! 

Serendipiteando

Por Katya Sifontes de Guerra







miércoles, 13 de junio de 2018

Serendipity. No solo es una película.

Muchas veces me preguntan por qué nuestra tienda en línea se llama "Serendipity EKstyle" o en este caso por qué mi blog se llama "Serendipiteando".

Lo trataré de explicar de la forma más sencilla: Serendipity es mi palabra favorita, lo era cuando vi por primera vez la película y anhelaba que me ocurriera uno y ahora me encanta más desde que me sucedió el mejor de mi vida.

"Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. 

El término serendipia deriva del inglés serendipity, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento tradicional persa llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip —antiguo nombre persa de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka— solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades."

Nuestra tienda surge del propósito de mi esposo y mío de emprender un negocio que satisfaga ciertas necesidades de nuestros clientes, conscientes que en la actualidad no basta con ser profesionales y tener un buen empleo hasta para el desarrollo o autodescubrimiento de nuevas habilidades, por lo que decidimos iniciar esta aventura.

Antes de conocernos ambos vendíamos cosas diferentes, pero juntos surgieron nuevas ideas, entre ellas la de poner al alcance de nuestros clientes una amplia variedad de productos, ¿cuáles?, todo lo que se pueda vender que sea de buena calidad, buenas marcas, buenos precios a tal grado que comprarnos algo se vuelva una serendipia o una "chiripa" como se conoce en el mundo hispanoparlante.

Respecto a mi blog, tiene que ver con el mismo concepto. Como mujer soy hija, esposa, amiga, madre, profesional en la docencia 2.0 y en las Relaciones Internacionales, emprendedora, entre otras cosas; por lo tanto me considero una mujer multifacética capaz de dar mi opinión sobre temas diversos, es decir, en "serendipiteando" se puede encontrar cualquier hallazgo.

La mejor serendipia de mi vida ocurrió un viernes 13 de junio, una de esas noches lluviosas en las que uno solo espera que las cosas no sigan saliendo tan mal, cansada de mi vida (como le dije a él), surgió una amistad repentina que resultó en un matrimonio sorpresivo e inesperado. A partir de esa noche todo empezó a mejorar en mi vida, y por eso dedico este artículo cuatro años después,  a mi esposo, mi compañero de viaje, mi mejor serendipia. 




viernes, 1 de junio de 2018

Sobre el sindicalismo en El Salvador (en el mes del padre)

No es mi propósito hablar de la paternidad, en realidad quiero exponer mi opinión sobre los sindicatos y/o sindicalistas (especialmente de las carteras de gobierno/educación), pero mi única perspectiva es como hija, sobrina y compañera de sindicalistas por tradición.

El Salvador, como parte de una sociedad democrática  y en cumplimiento al derecho de libre asociación cuenta con gran cantidad de sindicatos en la empresa privada y en el sector público, todos nacieron con el objetivo de defender los derechos laborales de los empleados, es decir, de sus propios compañeros. La desventaja para la empresa privada es que corren el riesgo de ser despedidos y/o no ser contratados nuevamente en otra empresa por "golilleros" o "buchincheros" como se dice por acá.

Pero, ¿qué sucede cuándo tus compañeros no te importan y ocupas el sindicato para tus intereses personales?

Qué triste es ver las gremiales de docentes o del Ministerio de Educación en general tan "divorciadas", tan vendidas, llenas de personajes pintorescos capaces de ganarle la moral a los demás con sus gritos característicos.
Los hay de los que les gusta salir en televisión, de los que se toman fotos, de los que negocian plazas, de los que ocupan el tiempo "sindical" para lograr descansar, de los que imponen sus antojos en las escuelas, de los que negocian bajo la mesa con partidos políticos para lograr algo que beneficia solo a su gremial y no al colectivo.

Qué triste y decepcionante es cuando hay incluso sindicalistas que utilizan su poder para bloquear plazas o ascensos, aunque no les afecte ni les benefie en nada, simplemente porque creen haberse vuelto jueces de quién las merece o no.

Vengo de una familia de luchadores sociales, de gente criticada por pasar más tiempo en labores sindicales que en su propio puesto de trabajo y peor aún, que con su propia familia. ¿Qué lograron?, a los ojos de muchos, nada; probablemente la factura más alta la han tenido que pagar con sus propios hijos, donde me incluyo. Pero para una sociedad y para sus colegas lograron mucho.

Un buen sindicalista lucha por los intereses del colectivo consciente de las pérdidas personales que implica, aguanta hambre, sed, sueño, golpes policiales de ser necesario. Lucha contra los abusos e injusticias patronales.

Ser sindicalista no es malo, lo malo es perder el objetivo.

Serendipiteando

Por Katya Sifontes de Guerra

Evaluación semianual de propósitos anuales

¿Pensaste en tus propósitos de año nuevo este 2018? ¿cuántos de ellos llevas cumpliendo? ¿cuántos decidiste abandonar?.

El mes de junio es simbólico para muchos porque marca el centro de la línea del tiempo de cada año, no necesariamente en el sentido literal sino en el que te invita a reflexionar cuánto has logrado, ganado o perdido a la fecha, ya que esto podría darte una noción (aunque nada es seguro) de como puede que te vaya el resto del año.

Por eso junio tiene ese toque especial, porque no es fin de año, ni es inicio, pero es una ocasión perfecta para replantear tus propósitos y evaluar si el camino por el que vas este año es el que realmente quieres seguir.

Es un buen momento para despojarse de todo lo que estorba, de todo lo tóxico en tu vida y de aceptar lo que no está saliendo o no estás haciendo bien; echar a andar nuevos proyectos, nuevas relaciones, nuevas amistades, nuevas carreras, renovar tu espiritualidad, iniciar una nueva vida y entender que no está mal cambiar de opinión las veces que sea necesario.

Por eso me encanta junio, es especial para mí porque inicio con el cumpleaños de mis padres y agradezco que muy a su manera y a su gusto lo celebren y lo disfruten con quienes ellos son felices; aún pueden celebrarlo, ese es el punto.

También me entusiasma recordar que desde un junio, los últimos cuatro años empecé una nueva vida. Además, se viene el día del padre, del maestro y como un bono, el mundial. Y lo finalizo con el cumpleaños de mi abuelita que aunque no está presente terrenalmente, amerita agradecer su paso por este mundo.

Por eso deseo que tu junio sea lleno de cosas buenas y pequeños detalles que hagan la diferencia aun en medio de las adversidades y que hoy sea el día de un nuevo comienzo.

Miss Universo El Salvador 2023 y una sororidad mutilada

 Los concursos de belleza no son de mi interés, no por menosprecio sino porque no está dentro de mis preferencias, igual que el deporte, emp...