miércoles, 7 de noviembre de 2018

7 formas de amar mejor a tu familia

¿Te has preguntado alguna vez por qué en las familias siempre hay "de todo"?
Y es que para algunas personas no es fácil aceptar la diversidad y menos aun si se trata de tu familia, la que todos en algún momento hemos deseado perfecta.
Por eso hoy me he tomado el tiempo de compartir un poco de esas cosas que solo se aprenden cometiendo errores u observando los errores de los demás para sacar provecho de eso y descubrir cómo amar a nuestra familia aun con todo lo que no nos gusta.

1. Entender que las familias se formaron con amor
No importa cuantos problemas haya atravesado tu familia ni cuantas discordias, debemos recordar que la semilla que la formó fue el amor, ya sea de tus padres, tus abuelos; alguien tuvo que haberse amado y hay que encontrar la forma de mantener ese valor dentro del círculo familiar aunque esa semilla ya no esté. Los problemas siempre existirán porque cada uno tiene pensamientos e intereses diferentes, pero debe siempre ser más grande lo que une que lo que separa.

2. Valora a tu pariente "lazo"
En toda familia siempre hay un tío, tía primo... que tiene el "don" para mantener unida a la familia. Es el que siempre está buscando la forma de reunirnos, celebrar, hablar con el único pretexto de estar juntos y buscar la convivencia familiar. Es el tormento del pariente amargado, pero debe ser enormemente apreciado y cuidado ya que su papel es crucial en la transmisión de valores familiares.

3. Si puedes ayudar, ayuda
Siempre hay más satisfacción en dar que en recibir y bien dicen que no da el que más tiene sino el que quiere, pero si tienes la posibilidad de ayudar a tu familia de la forma que lo necesiten, hazlo. Si lo haces con otra gente ¿por qué no hacerlo con tu familia?
Muchas veces nuestra ayuda depende de nuestra percepción o prejuicio si el otro lo merece o no, si se lo ha ganado o no y no nos damos cuenta que de la misma forma Dios va a pesarnos. Si puedes ayudar, ayuda, sin condiciones y sin esperar que te lo pidan. Siempre estamos mejor que otros, siempre hay alguien de la familia a quien poder apoyar.

4. Nunca te olvides de quien te ayudó
Analogías como: la vida es una montaña rusa, la vida da vueltas y hasta que la vida es como una pupusa...nos enseñan que en todo momento la humildad y el agradecimiento son importantes. Nunca te olvides de quien te ayudó, quien te sacó de un apuro, quien puso la cara por ti para que hoy estés donde estás.

5. Acepta la diversidad
Hasta en dos hijos de los mismos padres hay diferencias extremas. Acéptalo. En toda familia hay un moreno, un chelito, el flaco, el gordito, un bolito, un cleptómana, un gay, una lesbiana, una promiscua, una puritana, una gritona, un gruñón, un brujo, un mentiroso, el de izquierda, el de derecha, el académico, el vulgar, el religioso...y no lo digo como defectos, lo digo como características, porque en ocasiones estos personajes suelen estar en paz consigo mismos y felices más que los que se la viven criticando o fingiendo ser perfectos.

6. Nunca olvides tus raíces
Hagas lo que hagas y llegues donde llegues no te olvides de donde vienes. Nunca te avergüences de la familia que tienes porque es allí de donde tú surgiste con todos tus ingredientes para bien o para mal. Nunca sabes de quien puedes llegar a necesitar o de quien van a necesitar tus hijos incluso cuando ya no estés.

7. Perdona a tus padres
El último, pero más importante. A veces todos sale mal en la vida y no sabemos por qué. Crecemos admirando a los papás de los amigos, deseando que la tía o la vecina hubiera sido nuestra madre, quejándonos de todo lo que no hizo el padre y reprochando lo imperfectos que son nuestros progenitores y los culpables que los creemos de nuestras malas decisiones o nuestra mala suerte. Solo tenemos que aceptarlos como seres humanos y perdonar, porque tarde o temprano el karma llega y cuando menos sientes te bofetea con tus hijos haciendo el mismo desplante que un día hiciste. Un día tu padre o madre se va a morir (si es que no tú antes) y todo se acaba, y todo el rencor o malos recuerdos, todas las palabras que no dijiste se quedan en este mundo contigo mientras los viejos descansan. Perdona, hayan sido o no lo mejor para ti, porque no sabes si en el fondo en este momento una oración suya es la que te mantiene con vida.

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