jueves, 25 de junio de 2020

Izquierda y derecha en la política: términos obsoletos.

¿Y usted cuando se autodenomina de izquierda o derecha sabe cuál el origen de ambos términos en la política? 

Desde muy niña me gustó leer los libros de historia y allí empecé a darme cuenta que no siempre hay que creer lo que uno solo oye, especialmente en la familia. 

Sin embargo, debo decir, siempre me consideré una persona de izquierda, nunca lo oculté.

De izquierda porque crecí entre familia trabajadora, padres que lucharon como universitarios en el tiempo del conflicto armado, familia de sindicalistas y defensores de los derechos.

De izquierda porque usé la imagen del Che Guevara o de Fidel Castro en algún fondo de pantalla en la computadora o el cell, o por cantar música de los grupos hispanos de Ska más destacados o hasta Guaraguao (cliché).

Debo reconocer que la magia se fue cuando conocí los términos "interés nacional", "agenda nacional e internacional" y entendí que es por ese motivo que tanto izquierda como derecha en la política son ya simple populismo. 

Los términos izquierda y derecha en política tienen su origen el año de la Revolución Francesa cuando en una Asamblea Nacional los del partido en el poder y partidarios del derecho al veto del Rey se sentaron a su derecha y dejaron a la izquierda a la oposición.

De ahí que la izquierda suela identificarse con rebeldía, anarquía y por supuesto, oposición al sistema. 

Poco después con la Revolución Industrial se fue conformando la burguesía y el proletariado, lo que a través del tiempo se convirtió en capitalismo (luego en neoliberalismo) y socialismo, respectivamente. 

Nuestra sociedad defiende ideologías que ni siquiera son capaces de cumplir; es por eso que vemos gente que se cree capitalista o de derecha, pero lo que menos poseen es capital (gente pobre o con medianos ingresos) ¿ridículo verdad? , o gente de izquierda y que defiende el socialismo pero disfrutando la propiedad privada, de sus libertades y tomando cafecito Starbuck. Es decir, no es que esté mal, solo  considero deberíamos de ser más congruentes y no caer en la hipocresía de defender ideologías en pleno nuevo mundo. 

En la actualidad, la nueva era, el nuevo orden mundial o como prefiera llamarle cada uno, quien quiere sacar adelante un país no se preocupa por lateralidades o polos, simplemente sabe que debe buscarse "el interés nacional" para beneficio de la población. Pensar que será para todos es utopía, pero no hay nación en la que no salgan sectores afectados con las decisiones tomadas por sus gobernantes. 

El COVID-19 va a marcar un antes y un después en la línea del tiempo; para estar en el siglo XXI todavía hay gente muy arraigada a las ideas de la Guerra Fría mientras los países tradicionalmente socialistas (izquierda) como Rusia o China disfrutan del desarrollo con métodos capitalistas (derecha) o países capitalistas tienen grandiosos programas sociales para su población. 

Entonces, ¿La clave es el centro? 
El centro histórico son los indecisos y un país no gana nada con la indecisión. Yo creo que la clave es no ponerle nombre, la única clave es la inclusión y la certeza que todo lo que contribuya a una nación es lo que importa.

 La clave es aprovechar el talento nacional  para beneficio del país y evitar la fuga de cerebros, optimizar los recursos dejando que cada uno haga lo que sabe hacer y producir. 

Todos podemos llegar a vivir mejor si trabajamos juntos haciendo la parte que nos corresponde. No todos pensamos igual pero como dijo Pepe Mujica, debemos ponernos de acuerdo en algunas cosas y trabajar juntos en lo que nos ponemos de acuerdo. 

¿Entonces si ya no creo en la izquierda soy de derecha? No. 
Creo que ya dejé claro que me parece obsoleto usar términos y ya vimos los destrozos que el capitalismo le ha hecho al planeta. COVID-19 es sólo una más de sus consecuencias, no puedo defenderlo, pero tampoco excluirlo. 

Soy una persona que cree en la diversidad, en la inclusión; trabajo en educación fomentando eso, por lo tanto, invito a todo el que me lea a reflexionar y a recordar que la Revolución Francesa fue en 1789, haga cuentas. Somos la sociedad 2020 que en algún momento nos convertiremos en sociedad post pandemia. Es hora de pensar que es lo que realmente importa.

Por mi parte, luego de evadir por mucho tiempo involucrarme con un partido político porque aún "la izquierda" me decepcionó como a muchos, decidí inscribirme en Nuevas Ideas, un partido inclusivo (debo reconocer que en exceso) pero con el único que pude identificarme según los ideales con que inició su carrera política el presidente Nayib Bukele, no de todos los que le rodean. 

Tenía dos opciones: seguir escribiendo y criticar desde afuera el hecho que un partido diseñado para el pueblo se llenara de políticos reciclados que toda su vida han buscado lucrarse en los cargos públicos y hasta de personajes pintorescos o participar y darle opciones al pueblo. 

Nunca dejaré de decir lo que pienso y lo que no me gusta. Creo que no hay nada de malo en haber pertenecido a un partido político anteriormente si se hizo un buen trabajo y si el interés es aportar lo que tal vez en un partido con ideología ortodoxa no se supo apreciar, sin embargo, no se vale convertirse nuevamente en más de lo mismo. 

Si usted es de los que piensan que las elecciones internas ya se volvieron un circo, tiene razón y ahora sólo le corresponde al pueblo afiliado elegir a los candidatos que quieren que los represente, si el pueblo elige "a los mismos de siempre" es porque el pueblo sigue siendo también el mismo de siempre. 

Serendipiteando por

Katya Sifontes de Guerra

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lunes, 22 de junio de 2020

Ser docente en tiempos de coronavirus



Normalmente hoy sería asueto, normalmente toda la semana pasada habría sido llena de agasajos, eventos, celebraciones... Y esta semana también... sin embargo, en vez de eso hoy la mayoría clausuramos la formación de Google Classroom debido a la acelerada transformación educativa que nos trajo el COVID-19.

Llevamos 100 días trabajando desde casa, de los cuales muchos de ellos han estado llenos de incertidumbre. Los primeros, pensando que regresaríamos a lo que llamábamos "normalidad" y mientras estar atendiendo estudiantes desde Whatsapp se fue convirtiendo en lo normal, comprendimos que nada volverá a ser igual y empezamos a desarrollar otro tipo de creatividad para poder seguir educando. 

Hoy es el día del maestro, es 22 de junio y solo podemos ver hacia atrás y pensar lo que podría haber sucedido si este hubiera sido un año "normal", pero también podemos enfocarnos en el presente y reflexionar ¿qué significa ser docente en tiempos de coronavirus?

Ya pudimos observar que hay una enorme brecha entre los docentes de instituciones privadas y públicas; ellos estaban preparados para una educación virtual y no porque alguien les hubiera advertido de una cuarentena de más de 3 meses donde fuera necesario el trabajo desde casa, no, ellos entendieron desde hace tiempo que ésta no era la educación del futuro sino del presente, ellos estaban preparados desde antes conscientes que estamos en el siglo XXI (desde hace 20 años para quienes aún no lo asimilan).

¿Entonces que sucede con los docentes del sector público?

Sin generalizar, parece que la estabilidad laboral le cobró caro al sistema educativo desde hace muchos años. No con esto quiero decir que docentes de sector privado se preparan más por miedo a perder su trabajo, pero me atrevo a pensar que la seguridad del sector público provocó una falta de compromiso en la preparación e innovación del docente.

Si algo es de admirarle al Ministerio de Educación es la rapidez y eficacia con la que prepararon la formación docente de Google Classroom y esto, puedo creer que es sencillamente porque ya estaba dentro del proyecto "Mi nueva escuela", pero la pandemia aceleró el proceso y ha tenido su resultado positivo. Solo hay que preguntarse de los casi 30,000 docentes capacitados ¿cuántos realmente están comprometidos con esta transformación? 

Ser docente en este tiempo implica realizar una autoevaluación interna, principalmente de nuestras actitudes. ¿Realmente estoy preparado/a para este nuevo mundo? 

Entre tantas cosas acontecidas en estos 100 días muchos hemos aprendido que la escuela no son los edificios, somos nosotros: estudiantado, referentes familiares y docentes, pero sobre todo que la verdadera escuela es la vida, por lo tanto, debemos educar para la vida. 

Los docentes hemos tenido más tiempo para ser padres, los padres han tenido más tiempo para enseñar, los estudiantes han aprendido a ser autodidactas y como hijos también se han vuelto maestros de sus padres. 

Hemos comprendido la importancia del arte, de la literatura, de la tecnología; la importancia del autocuidado y de la educación emocional. 

Si bien es cierto que ahora más que nunca ha quedado demostrado el valioso papel que cumplimos los docentes en las aulas, que eternamente será representado con una imagen frente a una pizarra, y lo hermoso que es el contacto humano, queda demostrado que la vida está tratando de enseñarnos a todos mucho más que contenidos curriculares. 

Después de conocer la realidad de nuestros estudiantes, muchos de ellos sin celular, sin televisor o hasta sin electricidad, mucho menos una computadora; después de conocer las limitantes que tenemos para llevar a cabo una educación digna del siglo XXI, lo menos que podemos hacer es regresar, el día que nos toque, siendo más humanos y más sensibles; pero también más proactivos o nos quedaremos, hoy más que nunca, verdaderamente obsoletos. 

Ánimos, docente salvadoreño, que este sea el inicio de una nueva etapa. Se supera el que quiere hacerlo, aprende  el que quiere aprender; que la edad no sea ningún límite y mientras no haya una pensión digna aún se puede dar un aporte, hagamos que sea valioso. 
Serendipiteando por
Katya Sifontes de Guerra

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