miércoles, 30 de junio de 2021

ANÁFORA DEL DOCENTE


Más que vocación es heroísmo.

Mi respeto, admiración y compañerismo:

 

A la que siempre contagia alegría.

A la que siempre de todo se queja.

A la que su aspecto no prioriza.

A la que la moda no le falta.

A la que siempre está enferma.

A la de las buenas vibras. 

A la del ceño fruncido.

A la de la escandalosa risa.

A la que siempre ora por todos.

A la que nadie le importa.

A la que habla con dulzura.

A la que nada la endulza.

A la que siempre está bailando.

A la que se escandaliza.

A la que observa en silencio.

A la que siempre critica.

A la que en todo está de acuerdo.

A la que siempre está innovando.

A la que rechaza lo nuevo.

A la que nunca descansa.

 

Al de los zapatos que brillan. 

Al de la ropa bien planchada.

Al que todo cuida y fiscaliza. 

Al que no da extra una milla. 

 Al que siempre está corriendo.

Al que habla siempre lento.

Al que dirige con cordura.

Al que su trabajo es su vida.

Al que ya está cansado.

Al proactivo, al asertivo.

Al siempre propositivo.

Al triste, al feliz, al agobiado…

Al que trabaja en el aula o lo hace desde casa.

 

Porque dentro del segundo hogar,

todos somos familia.

En nuestra diversa esencia,

con grandes características.

Porque igual el corazón entregamos:

el más viejo, el más joven, el enfermo, el más sano.

Cambia el mundo y nos adaptamos,

con los nuevos tiempos caminamos. 

 

Porque escribimos la historia. 

Porque tratamos con almas.

Tras un escritorio o tras una pantalla

Dejamos huellas buenas o malas.

 

 Katya Sifontes

Poema "Anáfora del docente"

Ganador del primer lugar en el departamento de Sonsonate del Concurso de poesía de la Caja Mutual de los empleados del Ministerio de Educación con la temática "Vocación al servicio educativo" de la campaña "Tu vocación nos inspira" 2021.




martes, 22 de junio de 2021

De como la pandemia transformó la vida de los docentes

 

Una vez más es día del maestro. Hace un año estábamos en cuarentena, viviendo todos nuestros roles en casa. Ahora, con tres meses de haber regresado a las aulas hay algunos detalles que reflexionar: 


1. Algunos compañeros ya no están. El COVID-19 se llevó a gran cantidad de docentes en todo el país. 

2. Las emociones en los docentes se han vuelto un tema prioritario, pero no ha sido atendido como realmente se necesita. Existen docentes que perdieron familiares, otros a los que el confinamiento les provocó depresión y no la han superado, algunos que viven aún con psicosis extrema por contagiarse de COVID-19, otros con actitudes de agresividad verbal, actitud antisocial. Por supuesto, somos nosotros mismos los que debemos prestarle atención a nuestra salud mental y emocional y hacer un autoanálisis de como la pandemia nos afectó para aprender a solucionarlo de manera asertiva. 

3. Existe un ambiente de desánimo y frustración por las clases semipresenciales. De alguna manera la cuarentena nos obligó a atender los grupos de forma virtual y adaptar los recursos y los ambientes desde casa y aprendimos a hacerlo; sin embargo, un año después el haber brindado a los referentes familiares la opción de enviar a sus hijos a la escuela o quedarse recibiendo clases de forma virtual ha generado en los docentes una sobredosis de estrés al haber incrementado la cantidad de grupos y por no poder brindar la atención completa ni a unos ni a otros, aun con los recursos brindados por el gobierno central. Falta mucho para poder brindar clases presenciales y virtuales de manera simultánea, especialmente porque el internet  aún no es el adecuado para la cantidad de docentes que algunas escuelas poseen y poder brindar una conexión estable, además del hecho que gran parte del estudiantado no tiene acceso a internet y Whatsapp sigue siendo la herramienta más viable para la comunicación.  

4. Muchos docentes regresaron aún más cansados. Un año en casa fue la muestra que resolver el tema de las pensiones se vuelve cada vez más urgente, tanto para brindarles a dichos docentes un retiro digno y una pensión con la que se les demuestre su verdadero valor y con la que puedan gozar de los frutos de su trabajo tras años y años de enseñanza a muchas generaciones, como para brindar además, la oportunidad a muchos docentes que aún no han obtenido una plaza permitiendo la renovación del magisterio para poder brindar una verdadera educación de calidad donde todos los proyectos y programas actuales y venideros sean sostenibles. 

Aun con algunos aspectos en contra y varias desventajas, sabemos que el magisterio salvadoreño pone su corazón al realizar su trabajo y que con toda la sobrecarga emocional que muchos llevamos, seguimos llegando siempre listos a lo que llamamos segundo hogar no dejando que la incertidumbre mate nuestro deseo de transformar vidas por medio de la educación. 

Que el de buenos ánimos apoye al desanimado, que aprendamos a trabajar en equipo y levantarnos unos a otros.  

Felicidades, colegas.

Serendipiteando por

Katya Sifontes de Guerra



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